«Buscaban recursos económicos pidiendo a la gente de la zona, recurriendo a los indianos que habían ido fuera y tenían dinero. Montaron lo que hay hoy con cartitas en las que pedían colaboración. Cuando recogemos papeles, nos encanta todo lo que vemos, su historia», comenta Beatriz.
Y tienen algunas anécdotas simpáticas, como ésta relacionada con el Marqués de Amboage: «Tenemos una carta en el Patronato dirigida al Marqués de Amboage en la que le decían que estaban muy mal económicamente y que a ver si podía ayudar. Contestó su viuda diciendo que en esos momentos estaban pasando por la muerte del Marqués y que ya verían más adelante».
Han pasado ya 108 años desde que se fundó aquel asilo infantil y para festejarlo, durante la mañana de este viernes, el Patronato ha repartido pedacitos de tarta en la plaza de Armas. Han contado con la colaboración de los IES Fragas do Eume y Fene, que les han elaborado las tartas, así como con la ayuda de la Asociación Sociocultural de Minusválidos para repartirla entre los ferrolanos.
La presidenta explica que «hoy en día estamos reestructurando valores, porque a lo largo del tiempo a veces se confunden las misiones y hay que volver a leer los orígenes para recordar a lo que realmente se tiene que dedicar el Patronato». Beatriz recuerda que la entidad es una casa de exclusión social y no sólo de maltrato.
Atienden a personas que por su situación económica en estos momentos no pueden estar viviendo por sí mismas y tienen hijos que sacar adelante. La casa supone para ellas una gran ayuda, ya que «se encuentran con la posibilidad de que les pueden quitar a los niños si no están en una situación adecuada», apunta la presidenta de la entidad.
El Patronato Concepción Arenal cuenta con unos 30.000 euros anuales, gracias a dos subvenciones del Concello de Ferrol y de la Xunta de Galicia, para atender a las familias y afrontar todos los gastos. En estos momentos, diez mujeres y cuatros niños conviven en la casa y, para ayudarles a salir adelante, todas las manos son pocas.
«Pedimos comida, ropa y voluntarios. Los voluntarios se pasan allí mucho tiempo porque hay que hacer de todo: darles clases a los niños, acompañarlos al médico, cuidar a los pequeños cuando las madres van a los cursos o a clase…», nos indica Beatriz. «Que nos ayuden, porque necesitamos más manos para tirar de la entidad», concluye la presidenta.